SUELO, SUSTENTO DE VIDA
Creamos espacios demostrativos de prácticas agroecológicas para construcción de la soberanía alimentaria local.
Se estima que en México 80% de las tierras agrícolas sufren degradación por prácticas intensivas y uso de agroquímicos, y que el 90% de los alimentos están contaminados por agroquímicos (Hernández, 2016; INECC, 2007). La realidad en nuestro pueblo, tristemente, no es diferente. La producción industrializada de alimentos en Tecuanipan ha causado una fuerte degradación del ambiente, que afecta los suelos y su fertilidad, los ríos y cuerpos de agua, así como los remanentes de bosque y aún las parcelas afectadas por el uso creciente de agroquímicos.
No obstante, una crisis cada vez más evidente, abre la posibilidad de proponer alternativas agroecológicas viables. Durante la última década, Casita de Barro, ha experimentado con cultivos agroecológicos para el autoconsumo que, hoy día, constituyen espacios demostrativos abiertos a la comunidad local. Asimismo, comenzamos a explorar el modelo de bosque comestible y parcelas de agricultura regenerativa.
En nuestra biofábrica compostamos insumos locales de fácil acceso y fermentamos microorganismos de los bosques nativos de encinos, que enriquecemos con el carbón y las cenizas de los temazcales locales y el polvo de la piedra basáltica del volcán Popocatépetl.
Con el apoyo de CONAHCYT, construimos un laboratorio de reproducción de hongos controladores de plagas, espacio que ofrece una alternativa al uso de pesticidas tóxicos a los campesinos de la región.
La experiencia de nuestro programa educativo alimenta un modelo de educación popular que nos propone tejer una red de apoyo entre proyectos similares en la región y colaborar con universidades nacionales e internacionales para continuar facilitando proyectos participativos.
Desde el año 2015 iniciamos Sanje, una cooperativa de productores locales (@Sanje) cuyo enfoque ha sido el autoconsumo, el trueque y la venta a precios justos para el productor y el consumidor. La creación, en 2021, de un punto de venta comunitario, obedece a la visión de que el propio pueblo valore y consuma los productos producidos y procesados por campesinos locales. El punto de venta comunitario de SanJe se ha convertido también en un espacio educativo para las escuelas locales y regionales.
La consolidación de la cooperativa Sanje, propone aumentar la participación de la comunidad, abriendo alianzas con consumidores solidarios de la ciudad de Puebla y construyendo, con las siguientes generaciones de jóvenes, opciones viables de vida en comunidad.
Sumando a lo anterior, nuestra cocina comunitaria socializa procesos simples como las conservas y los fermentos como alternativas de conservación de alimentos y, consecuentemente, como alternativas de valor agregado para los productos locales en los mercados regionales. Nuestra experiencia como practicantes de medicina tradicional se propone como un eje importante de esta fórmula.
MEMORIA DEL BOSQUE
En un proyecto de largo aliento, pretendemos reconstruir la memoria de un territorio antes forestado y con ríos limpios en el territorio para impulsar, desde una base comunitaria, acciones de regeneración ecológica.
Hoy día, como resultado de una tasa de deforestación líder a nivel estatal, únicamente el 3% del territorio municipal está cubierto por bosques. Tristemente, somos testigos de generaciones de jóvenes tecuanipenses que han normalizado este paisaje deforestado tanto como han normalizado ver sus ríos contaminados.
Con la colaboración de la Universidad Iberoamericana Puebla, desde el año 2015 se ha desarrollado una veintena de estudios de investigación participativa que han sentado las bases de un diagnóstico socioambiental de la microcuenca local. Involucrando a grupos de actores locales clave, hemos identificado y priorizado las problemáticas vinculadas a este territorio, vinculadas con la desvalorización del vivir campesino, su desarraigo y, por ende, el deterioro ambiental de la comunidad. Las voces comunitarias hablan también sobre el agua, su acceso por parte de la población y de los productores, así como la contaminación del río local. Asimismo, las dinámicas unificadoras de la vida comunitaria fueron tema recurrente, referidas como la separación cultural que existe entre el tecuanipense y su territorio, traducida en una falta de cultura y preocupación por el ambiente.
La conformación de Sembrando Esperanza como grupo local de acción colectiva (SembrandoEsperanzaSJT) ha hecho posible la primera fase de la restauración ecológica del Cerro Xocoatlayo, espacio de valor simbólico local. Seguimos apoyando al grupo con acciones como la prevención de incendios forestales, la creación de viveros forestales comunitarios y de mantenimiento de árboles sembrados.
Parte complementaria de nuestra propuesta educativa son las propuestas ecotecnológicas, mismas que apoyan a este pueblo campesino en su cruzada por conservar su patrimonio natural. Para ello, se contemplan diversos sistemas demostrativos para captación y almacenamiento de lluvia, biofiltración de aguas residuales y sistemas de riego. Paralelamente, se propone también la construcción de estufas ahorradoras en casas elegidas por su potencial demostrativo.
La visión de Casita de Barro genera a largo plazo, un modelo de turismo rural comunitario que articule los esfuerzos locales de restauración ecológica, al tiempo que impulse la transición hacia la agroecología de campesinos locales. Nuestra intención es detonar los procesos vigentes de revalorización de la identidad y de vinculación con el territorio, procesos esenciales para la defensa de nuestro patrimonio natural y cultural.